dimecres, 23 d’agost del 2017

El amor es la respuesta

Que la supervivencia pasa por hacer el amor contra la muerte lo intuyes así que se te muere alguien que amas. Ni idea de cómo se hace, pero algo te dice que el retorno a una cierta normalidad debe ir por aquí. Las ganas de amar se te multiplican, como explica la poeta Sonia Moll a su madre muerta: "Que cuando vas morirte, necesité tanto querer aún más, echar del todo, sumergirme,1 casi ahogarme, porque de golpe no sabía qué hacer, de aquel querer que se me había quedado huérfano ". La escritora Anna Maria Villalonga, que perdió la pareja hace siete meses eternos, se pregunta: "¿Y qué hago con el amor, si ahora sólo hay ausencia? Amo el vacío, el no, el agujero que has dejado? ¿Qué puedo hacer ahora con el amor, si me brota por los rincones y no tengo donde ponerlo? "  
El atentado en Barcelona ha hecho brotar y brotar un amor colectivo hacia la ciudad, hacia la Rambla y hacia las personas que la caminan. La mayoría de los barceloneses preferimos, y quizás incluso amamos mejor, desde que nos sabemos mortales.  "I love you!", Escribía a los teléfonos móviles la gente que estaba a punto de morir el 11 de septiembre de 2001. Unos te quieros urgentes dirigidos a los padres, los hijos, los amantes, los amigos, a los hermanos. No tenía sentido decir nada más que eso, justo antes de la nada absoluto y para siempre.  Que el amor sea un efecto secundario de la muerte dice poco a favor nuestro. Sólo cuando entendemos por la fuerza de los hechos que somos vulnerables, entendemos también -de rebot- que el amor es la respuesta.  El amor no está por encima de la muerte, no la puede detener, bien lo sabemos y bien que lo sufrimos. Pero cuando la muerte entra en casa dispuesta a hacer daño, nos deja un dolor inmenso y un estado de lucidez extraño: vemos claro que, sin amor, la vida tampoco valdría la pena. Y aún aturdidos, nos abruma una única certeza: para seguir viviendo hasta morir, tendremos que amar más y mejor.

Catorze.cat